La sociedad piensa que las mujeres somos débiles,
bueno la verdad es que hasta nosotras mismas lo pensamos, siempre tendemos a
querer un hombre fuerte que este allí para defendernos, y sí, es bonito tenerlo
pero no siempre lo necesitamos, nosotras valemos más de lo que pensamos, y sí, afortunadamente en ocasiones hay hombres que si nos ayudan a darnos cuenta de lo que somos. ¿Saben? Hay una gran fuerza dentro de nosotras que puede mover
al mundo si nos atrevemos a buscarla.
Yo vivo en Maracaibo, las cosas no son tan fáciles por
aquí y por supuesto, siempre esta ese sol inclemente que te recuerda que debes
quemarte las pestañas y más que eso si deseas ser alguien y lograr tus metas.
Yo creo que soy una chica bastante normal, y sí me considero bonita, sería un
error no hacerlo. Soy adicta a tomarme fotos, es normal, soy mujer ¿no? No
tengo gran estatura escasamente mido unos 1,64 centímetros, excepto cuando me pongo
tacones que siento que mido lo suficiente como para comerme al mundo.
Aunque... vivo en un país donde mueren los sueños
antes de nacer, donde las esperanzas lloran con tristeza y a las oscuridades
les salen sombras. Siempre he intentado cambiar las cosas, mi motivación ha
sido mi hermano, tengo a mi hermano en una silla de ruedas, él tiene 25 años,
quedó así luego de tratar de impedir un robo, los delincuentes le dieron tres
disparos en la columna y hace poco recibimos la infeliz noticia de que mi hermano
tiene cáncer. Ha sido devastador.
Me es imposible no llorar mientras escribo esto. Se va
a morir, ya no va a estar y luego quién me desordenará el cabello por las
mañanas y me dirá "Te quiero mucho". Me parece una fantasía, una
mentira que todo este esté sucediendo, de verdad no lo puedo creer pero me
golpea la realidad todos los días. Aún recuerdo cuando éramos niños y mi
hermano siempre me alejaba de los niños malos que se me acercaban, él siempre
estuvo allí para mí y yo no sé cómo estar para él. A pesar de todo, mi hermano
en todo momento me sonríe como si absolutamente nada malo estuviese pasando y
eso es lo que más ganas me dan de llorar, sobre todo saber que él pudiese
curarse si se opera afuera pero no se puede, hace tiempo teníamos una pequeña
empresa y por no arrodillarnos al régimen chavista nos la quitaron, así que no
tenemos los recursos para llevarlo a un sitio donde puedan ayudarlo.
Sinceramente ya no sabía que hacer hasta que un 12 de
febrero se prendieron mis alarmas porque todo el mundo estaba saliendo a las
calles a protestar, y por supuesto yo no
me iba a quedar de brazos cruzados en casa. Fue horrible todo lo que viví,
sobre todo cuando empezaron las detenciones masivas y los asesinatos. Por todo
esto, definitivamente yo ya no podía dar mi rostro, si me capturaban
seguramente haría que los últimos días de mi hermano, él no volviera a sonreír. Esto sin mencionar que de verdad me asustaba el ser capturada por ellos, quién sabe cuantas cosas podrían hacerme.
Entonces, un 28 de febrero de ese año, del 2014 a eso
de las 7:05 am, caminando por Plaza "La República", me tropecé con
algo y caí al suelo, cuando me levantaba para ver con que me había tropezado,
me doy cuenta que había sido con una máscara con una larga sonrisa y mejillas
rosas como las mías. Al parecer la máscara no era de nadie y lo más extraño era
que parecía que me hablara, en ese momento me dio un escalofríos porque sentí que la máscara de alguna manera absurda me estaba buscando. Me la llevé a mi casa y
posteriormente recordé que era el emblema de un grupo llamado Anonymous, lo
curioso es que yo no sabía absolutamente nada de este grupo pero al sostener la
máscara de frente entre mis manos, sentía que ella me lo contaba todo. Era como
si ella me hubiese elegido.
Empecé a llevármela a todas las protestas y
manifestaciones y era algo increíble cuando la usaba, sentía que me llenaba de
una fuerza mística que no podía explicar, era como si estuviese conectada a
millones de personas y tuviese la valentía de cada una de ellas, era como si
todas esas personas vivieran en mi piel y yo en las suyas. Al colocármela
sentía que había millones de voces en mi garganta al mismo tiempo. Me
preguntaba si de verdad esa máscara estaba hecha solo de plástico, cada día me
intrigaba más en lo que me convertía cuando me la ponía, ¿será que estos
símbolos eran fabricados en el taller de algún brujo? Me preguntaba que tanto
tenían que ver esos "anónimos" en lo que yo estaba sintiendo, había
algo más allá que yo no sabía... había algo mágico.
Recuerdo la fuerte represión en las Torres
del Saladillo, en Palaima, recuerdo el último adiós a nuestro hermano y amigo
Robert quien había sido asesinado y recuerdo como el lunes siguiente a esto
durante el mes de abril, colapsamos toda la ciudad cuando tomamos 25 buses y 5
gandolas cerca de LUZ (La universidad del Zulia) cerca de la facultad de ingeniería.
La gente estaba muy entusiasmada alzando su voz en las calles, y era muy
curioso pero creo que yo me había convertido en otra persona, creo que en un
par de semana maduré un par de años, y me sentía fuerte, me sentía guerrera, el
luchar por causas justas me hizo despertar una fortaleza en mí que no sabía que
tenía, quizá no tenía un cuerpo indestructible pero si tenía un espíritu
inquebrantable.
Durante todo este tiempo mi hermano me apoyó en mis
luchas, me dijo que se sentía orgulloso de mí y me llamaba “mi pequeña
heroína”, cada vez que mi hermano me lo decía yo sonreía, creo que él también
se sentía realizado a través de lo que yo hacía, él se sentía parte de esto. Mi
hermano siempre ha sido tan fabuloso, yo siempre querré ser su niñita, no
importa cuánto crezca o donde estemos. No pude tener un mejor hermano en la
tierra. Un 20 de abril a las 3:00 de la tarde recuerdo como me sentó en sus
piernas, me recostó en su pecho y me dijo “no importa donde yo esté, yo siempre
te voy a cuidar y siempre voy a estar orgulloso de ti mi pequeña heroína”. Me
puse a llorar y lo abracé mucho, muy fuerte, no quería que él se fuera y yo
sentía que él se estaba despidiendo de mí.
Entonces vino ese mayo negro, ese mayo oscuro, maldito
28 de mayo se suponía que no debía suceder o por lo menos no tan rápido, no sé
qué pasó pero estaba sucediendo lo que yo me temía, mi hermano, mi héroe, mi
verdadero héroe estaba agonizando en una clínica, se estaba revolcando del
dolor, yo lo veía como se revolcaba entre las sabanas y no había nada para
calmarlo, no había medicamentos, no había alcohol, no había gasas, no había
calmantes, no había nada todo por culpa de un maldito sistema que nos quería
obedientes o muertos a todos. Se me estaba partiendo el alma en dos por verlo
de esa manera, sus gritos parecían que me desequilibraban, no podía creer que
todo eso fuese cierto, tenía que ser una mentira, sentía como mis lágrimas me
rompían los ojos.
Al día siguiente, ese 29 de mayo a las 8:55 am, mi
hermano ya había sentido tanto dolor que creo que ya no sentía nada, solo
estaba pálido, con los ojos negros y apagados, entonces él me llama a mí que
estaba en la puerta de la habitación observando como parte de mi vida se estaba
muriendo, yo voy, acudo a él, él me toma de las manos, me mira a los ojos y me
sonríe por última vez y me dice: “recuerda que los buenos ideales y las
sonrisas viven por siempre, allí donde yo éste siempre serás mi pequeña
hermanita, siempre te voy a cuidar, siempre te voy a arropar por las noches y
desordenar tu cabello, nunca te rindas yo sé que tú puedes salvar al mundo si
tú quieres, estaré contigo todas las mañanas mi pequeña heroína”. Y en ese
instante me soltó la mano y murió, su mano estaba fría, ya no tenía vida, ya no
estaba mi hermano allí. Yo no sabía ni como sentirme, llamé a mis padres me
postré en un rincón y me desmayé.
Desperté en mi cuarto con una caricia de mi madre
quien luego me dio un abrazo y lloramos juntas, se sentía tan vacío todo sin
él, pero le iba a cumplir las promesas que internamente le hice, iba a luchar
porque quería que nuestro hogar, nuestra tierra, nuestro país, nuestra
Venezuela no sufriera de esta manera. Mi máscara, aquella máscara mística me
estaba observando desde lo alto colgada en mi pared, no parecía que estuviese
triste por mi sufrimiento pero parecía que lo comprendía, parecía como si me
estuviese dando opciones, era como si me estuviese extendiendo la mano aun sin
tener una. No sé qué tantos ofrecimientos me hizo pero yo los acepté todos, la
agarré, la metí en una mochila junto con mi bandera, un suéter y unos guantes,
y esa mochila la llevaría por muchos años. No voy a decir qué tanto pasó en el
funeral de mi hermano, cualquiera se podría imaginar un río de lágrimas en
Maracaibo, lágrimas que ése sol implacable no podría secar como si fuese un
líquido cualquiera. Yo solo voy a decir que ese día, 30 de mayo a las 3:05 pm,
ese día en que lo estábamos enterrando, ese desdichado día murieron todos mis
miedos…