Siempre he pensado que al
final de cuentas todos los seres humanos estamos conectados, todos nosotros
estamos hechos de lo mismo, del caos de unas estrellas chocando contra otras,
de astros universales besándose por la eternidad. Bueno, por algo así, se creó nuestro
planeta, ¿no? Incluso sé que algo de luna hay en nosotros. Pero hay una persona
en la cual pienso que el universo se dedicó a crearla con los polvos cósmicos
más exquisitos. Por supuesto que se trata de una mujer, no hay nada más
perfecto que una. Su nombre es Fabiana. Y es que su sonrisa pareciera hecha con
polvos de supernova, mi mundo parpadea entre luz y oscuridad entre sonrisa y
sonrisa. No hay luz si ella no sonríe. Sus cabellos parecen constelaciones,
inmensamente grandes, inmensamente pequeñas, inmensamente inalcanzables para
mí. Y sus ojos… sus ojos son dos agujeros negros que se roban todos los latidos
de mi alma, que se lleva todos los cantos de mi existencia. Cuando respiro la
siento, cuando duermo aparece y cuando estoy frente a ella, el tiempo se
congela y dejan de existir miles de millones de universos.
A veces me pregunto si ella de
verdad existe. ¿Los sueños caminan? Nunca supe de uno que caminará, que fuese
tan vivo, tan tangible, tan real, tan lejano… ¿Cómo ha de estar el sol sabiendo
que hay algo que me quema más que él? Y eso es lo que ella hace, hace que se me
quemen todas las venas, que corra fuego dentro de mi piel, que me muerda los
labios y empiecen a sangrar. Me frustra y me calma al mismo tiempo. Besar su
boca sería tener en mis labios el código genético del universo, sería impactar
contra un meteorito y salir vivo, jamás libre, pero vivo. Quizá para algunos
ella sea alguien normal, pero no es así, ella es diferente, no todas las
estrellas son iguales, no todas las lunas son las mismas, ¿entonces por qué
ella debería ser igual al resto? No, no lo es. Y mientras se gastan todas las
vidas de mis ojos quiero seguirla viendo por siempre, un segundo más, solo una
eternidad por ahora, que sea el eclipse de todos mis pálpitos, y que mi corazón
resucite cuando ella vuelva a sonreír, dejando polvos de estrellas que yo pueda
respirar…