domingo, 15 de mayo de 2016

MISTERIOSA VERÓNICA.

Eran las nueve de la noche, una chica latina venía caminando con un saco largo y negro por uno de los callejones más fríos de Nueva York. A la vez que la neblina se ocultaba tras su saco, ella se quitaba con su dedo pulgar derecho, una sustancia blanca que estaba en aquellos labios que parecían cosa del diablo por lo hipnotizante que eran. Cuando examinó más de cerca la sustancia blanca en su dedo se dio cuenta que estaba desapareciendo, fue como si jamás hubiese existido, ni en sus labios ni en sus dedos.
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Verónica de apellido Rodríguez medía aproximadamente unos 1.60 metros. Tenía unos ojos negros tan tiernos, tan de niña, que daban ganas de protegerla, pero al mismo tiempo eran ojos profundos y peligrosos, como si hubiese mil puertas que abrir detrás de ellos antes de llegar a su alma. Su boca carnosa hacía que a cualquiera se le subiera la libido, sus cabellos negros parecían cascadas, como hilos de agua cayendo eternamente pero sin caer en realidad, y su cuerpo, parecía una sábana virgen y como todo territorio virgen, esconde misterios y peligros por doquier.

Era una chica venezolana que se había ido a vivir a los Estados Unidos desde muy joven, siempre tuvo sueños de grandeza y en Estados Unidos pudo cumplir algunos de ellos. Aunque quizá por capricho del destino o quizá porque por dentro ella quería aventurarse a cosas profundas, terminó siendo agente en uno de los servicios más secretos, tan secretos que solo una pequeña elite del Vaticano sabía que existían. Entre una cosa y otra Verónica también se convirtió en una actriz porno, en dicho trabajo también era muy apasionada, y lo mejor de su carrera como actriz porno era que podía entrar donde sea sin mayor dificultad.

Últimamente en la ciudad de Nueva York han estado desapareciendo personas de maneras nada convencionales, las víctimas eran especialmente mujeres jóvenes y hermosas. Ningún organismo de seguridad ha tenido reportes de las muertes de estas mujeres, ni reportes de que se estén movilizando nuevas redes de prostitución, por lo que se despertó cierto interés dentro de “Los servicios secretos del Apocalipsis” y mandaron a Verónica a investigar, ella por su parte está a punto de entrar en un bar donde cree que conseguirá todas las respuestas.

– Pase adelante señorita Verónica – dijo un hombre fornido calvo, blanco y de dos metros de altura – lo bueno de ser portero en este lugar es que se ven muchas bellezas exquisitas.

–Gracias – contestó la agente de una manera muy formal - ¿Se encuentra Sabaniel?

–Seguro. Pasa.

El bar estaba como la última vez que lo vio, espacioso y de columnas góticas adornadas con demonios alados cuyas cabezas eran como las de un león, luces de discoteca por todos lados, un clima frío, música electrónica muy agradable y muchas parejas bailando como si se fuese a acabar el mundo. Verónica se abre paso entre una pequeña multitud a la vez que observa que le crecen los colmillos a los hombres y mujeres que la ven pasar. La actriz porno llega hasta una habitación y toca.

– ¿Quién es? – Grita una vez detrás de la puerta a medida que se escuchan gemidos de mujeres – ¡Estoy ocupado!

–Quiero hablar contigo Sabaniel – replicó la agente sin importarle mucho lo que él hacía - ¡Te necesito ahora!

–Abre la puerta – Exclama Sabaniel algo estresado – pasa.

Verónica gira la manilla y ve a Sabaniel un hombre moreno de metro ochenta, cabello largo y ojos azules al que una rubia y una pelirroja le están chupando el pene. Éste al ver el rostro de Verónica se excita aún más y aparta su pene de las bocas llenas de saliva de las chicas y derrama su semen sobre sus rostros. Inmediatamente las levanta y las echa bruscamente de la habitación. Cierra las puertas y se sienta sobre la cama.

– ¿Qué quieres aquí en mi bar Verónica? – Pregunta él con una sonrisa pícara – hoy tengo muchas vaginas que coger y mucha leche que derramar en ellas.

–Hay muchas mujeres que están desapareciendo – acusa la gente mirándolo fijamente – y un pajarito me dijo que tú sabías sobre eso.

– ¿Y si lo supiera porqué te lo diría?

–Dime qué quieres a cambio.

–Una tentadora oferta.

–Y no tienes tiempo para pensarla.

–Siempre tan directa. Nunca me has dejado cogerte, quiero tu vagina. Quiero meter mi pene en tu vagina y hacerte gritar maldita.

–Bueno…

Verónica se quita el saco que lleva encima a la vez que se menea sexy, debajo del saco escondía una lencería blanca que hizo que a Sabaniel se le pusiera duro en un segundo. Ella se arrodilla hacía donde él está sentado, escupe su pene y empieza a chupárselo. Escuchar aquellos gloriosos sonidos provenientes de la boca de la cotizada agente y actriz porno, lo estaba volviendo absolutamente loco. Verónica le mira sus espeluznantes ojos azules mientras le chupa y acaricia sus bolas.

–Que rico me la chupas.

– ¿Si? ¿Te gusta mi amor?

–Sí, sigue, sí sigue maldita sigue, ahhh

Ella toma su pene ayudándose con las manos y se lo chupa más y más rápido, éste grita de placer, luego se levanta, lo tumba sobre la cama y se lo mete en la vagina, ella se mueve para adelante y para atrás una y otra vez, al mismo tiempo que a Sabaniel le crecen los colmillos y sus ojos se ponen rojos. Diez minutos después, se saca el pene, se lo vuelve a chupar llenándolo todo de saliva y se acuesta con las piernas abiertas para ser penetrada en posición del “misionero”, a Sabaniel el vampiro le encanta verla así, bien abierta de piernas, por fin tiene a su trofeo, a la única chica que nunca pudo coger, ahora ya puede, es real, se la está cogiendo y duro. Su miembro crece un par de centímetros más y lo introduce en Verónica repetidas veces cada vez con más fuerza, él se está ahogando entre los gemidos que ella produce, son gemidos muy exquisitos.

Verónica se siente muy excitada, pocas veces la han cogido de esta manera, de un momento a otro grita con desespero y de ella empiezan a chorrear líquidos los cuales el vampiro lame como si fuese la cosa más dulce, chupa todos sus líquidos con desenfreno, y cuando vuelve a subir para seguirla penetrando, ésta solo le deja meter la punta.

–Dime qué está sucediendo – pregunta firme pero aún excitada - ¡Lo quiero saber ya!

–Luego de que terminemos muñeca – replica mientras intenta hundir su pene con fuerza – ya casi acabo.

–Ahora mismo o esto termina aquí.

–Eres una maldita, se trata de Asmosdeus, un demonio incubo, de los más antiguos, un arcángel lo hirió con una lanza y está muriendo, para no hacerlo necesita la sangre de mil mujeres con grandes apetitos sexuales.

–Gracias – contestó con una brillante sonrisa de niña mala – ahh que rico, métemelo todo, lo necesito.

–Te voy a llenar toda de mi leche perra sucia.

–Cógeme más duro y lléname de toda tu sucia leche maldito.

–Ya voy, ya casi...

–Llena mi cuquita y mi boquita de leche por favor, te lo suplico, anda, lléname de leche, lléname de tu leche mi amor, cógeme más duro, ahh.

Sabaniel se separa de ella y la arrodilla, la sutil actriz porno se la chupa con deseo y el vampiro acaba dentro de su boca. Él se separa y empieza a respirar profundo, ella por su parte busca un pequeño cuchillo dentro de su saco, éste tenía forma de cruz y había formado parte de la espada de un arcángel en el pasado. A lo que aquel vampiro se voltea a hablarle, siente que le atraviesan el corazón con una estaca metálica, muró a su asesina y solo dijo “Maldi…” antes de desaparecer en la nada.

La sexy agente secreta y actriz porno, se empieza a quitar el semen de su boca con el dedo pulgar derecho, pero este comienza a desaparecer como si nunca hubiese existido, como si aquella escena de sexo jamás hubiese sucedido. Ella se levanta, se peina sus cabellos, se pone su caso y dice: “Con que Asmosdeus, ehh…” 



































sábado, 14 de mayo de 2016

DIOS TIENE LOS OÍDOS ROTOS.

El aire lleva, trae suplicas.
En el cielo todas se reciben.
Se leen como denuncias públicas.
Que mueren y reviven.

En el trono hay un agobiado.
¿Soñará el que no puede dormir?
Siguen llegando gestos malcriados.
Y quejidos que no paran de insistir.

Si da libertad, es castigador.
El hombre mata a más hombres.
Si da látigo, es un dictador.
O peor, le quitan el nombre.

Creen en los dioses políticos
En los rojos, amarillos o azules.
Entonces queda el espíritu paralítico.
Y los milagros encerrados en baúles.

Por el color se engaña a la vista.
Los enviados no tienen sonrisas bellas.
Pongan atención a lo que conquistan.
Ellos no buscan colores, buscan estrellas.

Entonces el cobarde se cree inocente.
Mueren entre suplicas y oraciones.
Porque Dios envía a sus valientes.
Y cobardes devoran cual tiburones.

Hipócrita el que reza y no hace.
Es el peor de los demonios.
Predica verdades que nunca nacen.
Son demonios que sufren de insomnio.

No escucha suplica el oído vagabundo.
Pero el hombre hace de sí un “Dios”.
Miente y lo aplaude todo el mundo.
Viene el llanto y muchos decires “Adiós”.