Al
principio no existió mañana
Existía
solo un adiós silbante,
Se
mecía en inexistentes telarañas.
Fingía
ser su propio amante.
Vino un
monstruo desde lejos.
Un
tirano o un gran señor.
Creó
al tiempo y a los cielos.
Creó
el odio y también el amor.
Creó del
barro algo parecido a él.
Soplo,
y dio vida a aquel caminar.
Se fue
y dejó tinta, pintura y papel.
Le dejo
poder y una mujer que amar.
La
criatura daba a mucho el “nacer”
Escribía,
pintaba, creaba en el papel
Y su
lengua dibujaba sobre su mujer.
De día
se inventó el lápiz y el pincel.
El
tiempo contó dos eternidades.
Y el
hombre se dio a la destrucción.
Con fuego
dibujaba obscenidades.
Y matando
mató a la creación.
Otros hombres recordaron en su ser
Algo
distante, algo fuerte y lejano.
En su
haber tenían que hacer nacer.
Algunos
confusos miraron sus manos.
Así fue
como se dibujó la reflexión.
Y el
mundo tuvo alegría besadora.
Empezó
de nuevo la creación
Por muchas
manos creadoras.
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