Es
en este preciso momento cuando siento una bota en mi cara aplastándola contra
el pavimento que empiezo a recordar muchas cosas, empiezo a recordar a mi
familia, a mis amigos, recuerdo también aquella vez que siendo niño; le dije a
mi mamá que me estaba comiendo una nube del cielo cuando comía algodón de
azúcar. Quiero pensar que nada de esto está pasando, que esto es solo una pesadilla,
que me voy a despertar, o que me voy a convertir en una mosca para salir de este
lugar. Inevitable es recordar también porqué estoy aquí.
Siempre
fui alguien con muchos miedos, había demasiadas cosas que me asustaban; que un
policía se me quedará mirando era una de ellas. Para un chico de más de 20 años
era algo tonto temerle a ciertas cosas pero yo sí lo hacía. Sin embargo, habían
dolores que pesaban en mi alma, puesto que, durante estos últimos años mi país ha
estado pasando por una grave crisis económica y social, ha estado pasando por básicamente
una guerra de pueblo contra pueblo, en donde de alguna u otra manera, todos
resultábamos afectados.
Yo
siempre quise ser un héroe pero los héroes siempre son personas que se
enfrentan a muchos peligros, yo nunca supe cómo hacer eso, lo más heroico que
yo había hecho en mi vida era haberle dicho ladrón a un político una vez, del
resto no tenía experiencia en cómo ser un valiente, aunque había visto muchas
series animadas que quizá podrían servir como guía, sin embargo, de qué podría
servir eso, si al final era solo televisión, ¿no?
Pero
había algo que me inspiraba a tratar de… ¡No!.. Era alguien que me inspiraba a
hacer algo. Era ella… Era Paula, tan hermosa, tan tierna, tan niña. Paula tenía
unos largos cabellos negros, que cuando se movían parecían una cascada
descendiendo. Y su sonrisa, su sonrisa era lo que más me atraía, ella tenía
unos “brackets” que hacían parecer que había unos pequeños diamantes dentro de
otros diamantes, y ambos reflejaban angelicalmente los rayos del sol. Ella
tenía unos ojos tan negros, tan profundos, tan oscuros que parecían ser
agujeros negros que te absorbían dentro sin posibilidad alguna de escapar y,
cuando brillaban daban la impresión de que había estrellas dentro de ellos.
Desde
el momento en que la vi, la amé, por eso no quería que ninguna lágrima perturbara
a esos hermosos ojos negros. Debido a ello me dispuse a asistir hace tiempo a
una convocatoria que vi en las redes virtuales, los “autoconvocados” se llamaba
el evento, fue el 9 de noviembre del 2013 en Plaza Venezuela. Recuerdo que
llegando ese día tuve muchas dudas de ir o no ir, al final terminé yendo con
algo de paranoia porque me sentía muy observado. Eran alrededor de las 9:00 am
o 9:30 am cuando llegue, di dos vueltas a la plaza mirando para todos lados y
empezaba a llegar la gente. No me sentía de verdad en confianza, estaba
incómodo y los mensajes de mi mamá “cuídate, no confíes en nadie” no me
ayudaban a sentirme mejor.
Estaba
pensando seriamente en irme pero el imaginar el rostro de Paula llorando alguna
vez por el desastre que se avecinaba no me dejaba ir, fue entonces cuando
sucedió… de un momento para otro, unos enmascarados se aproximaban, yo estaba
al borde de la calle y venían en mi dirección, pocas veces en la vida sentí
tanto miedo, podían hacerme cualquier cosa y salir huyendo y nadie podría
identificar quienes fueron. Sin embargo, me quede estático, no sé si por el
miedo o por hacerme el que no temía. Al pasar frente a mí, pude ver la máscara
de alguien que vestía con suéter rojo, por un momento recordé a los samuráis,
luego me percaté que esa máscara que al principio me infundio terror, ahora me
inspiraba otra cosa, parecía que la máscara tuviese vida propia y que quién la
usaba solo era movido por ella, por sus deseos, por los deseos de la máscara.
Por
un momento sentí que la máscara me hablaba; sentí que me decía que su ojo
izquierdo se llamaba valor, el derecho rebeldía, su boca libertad, sus cejas
picardía, su bigote elegancia, sus mejillas amor, su barbilla justicia, y en su
frente latía una idea. Estuve sumergido como en un trance por unos segundos,
aquellos enmascarados me devolvieron la mirada, solo que no sabía si eran ellos
quienes me veían o era la máscara a través de ellos. Cuando entre en mí mismo
nuevamente, pensé en si era estúpido lo que había pensado o era algo importante,
sin embargo, de momento lo dejé pasar. La gente seguía llegando a la plaza con
sus pancartas, sus pitos y sus banderas. Eran como las 11:00 am de ese nueve de
noviembre cuando varios pelotones de la guardia nacional empezaron a llegar y
desplegarse, en ese momento sentí pánico, porque amenazaban con tirar bombas
lacrimógenas y yo jamás las había respirado.
Al
pasar de los minutos, entre la gente trancando calles y los pelotones de la
guardia, se formó un pequeño caos en donde me vi envuelto y tuve que correr
varias veces, algunos golpeados, y algunos con miedo como yo. A eso del
mediodía, la gente se empezaba a pelear entre sí, se dividieron y se fueron
yendo, la plaza quedaba vacía y cuando yo me disponía a irme, solo vi a
aquellos enmascarados declarando para algún medio de prensa, creo. Volví a ir a
uno de esos eventos de los “autoconvocados” el 30 de ese mismo noviembre, esa
vez fue muchísimo peor, hubo más violencia, y gente adepta al “gobierno” que
golpeaba a señores mayores con cascos, pude irme a tiempo antes de que también
me dieran.
2
de febrero del 2014: fui a Plaza Brión de Chacaíto, Caracas. Allí pude contemplar
una tarima donde había varios políticos de oposición, observé entre ellos al
Alcalde Ledezma, al Alcalde David Smolansky, a María Corina Machado, y a
Leopoldo López y su esposa. Pero, mirando hacía un lado vertical de la plaza,
estaban de nuevo allí esos enmascarados con una tarima improvisada sobre unos
torniquetes, me acerqué más, no sé si a ellos o a la máscara. Escuché a ese
enmascarado rojo hablar por medio de un megáfono, le percibí cosas como: “Se
nos desangra la patria, se nos muere en pedazos mientras no estamos haciendo
nada” y otras frases que hablaban de libertad, valentía y rebelión que me
inspiraron. Al final de aquel evento, ellos se fueron a marchar cantando el
himno nacional por sabana grande, yo los acompañé hasta que se retiraron y me
comprometí a mí mismo a empezar a ser un generador del cambio.
10
días después, ya era el 12 de febrero y en aquel segundo día del mes, se acordó
que ese 12 habría una movilización de personas en protesta. Yo por supuesto
asistí, ya estaba más emocionado, estaba entusiasmado porque veía en mi a una
nueva persona, alguien a quien ya no le importaba si moría o vivía, pero que
quería hacer historia en el país, que quería hacer que las cosas cambiarán para
mejor, que quería hacer una revolución, sí era eso, una revolución, porque al
final de cuentas, cuando se quiere o se empieza a generar cambios importantes
en un corto período de tiempo, se le llama revolución, ¿no?
Ya
estaba en el lugar de inicio, tenía incluso una máscara de esas en mis manos,
sentí que a pesar de que era de un diseño diferente, era la misma que aquellos
llevaban, era como si ella misma me dijera que a pesar de lo diferente que
pueda ser cada trozo de plástico, todas ellas compartían una misma alma y un
mismo espíritu. Me parecía algo fascinante ponérmela, la miré de frente por
unos instantes, también recordé a Paula, esos cachetes y esa sonrisa que quería
ver durante toda mi vida, aun cuando ella no quisiera verme tan a menudo.
Volteé la máscara y me la coloqué, realmente me sentía un hombre diferente, me
daba cierta sensación de que podía lograrlo todo sin importar que.
Empecé
a marchar con la gente con mi máscara puesta, a lo lejos reconocí a alguien,
reconocí a otro enmascarado que ya había visto dos veces antes, solo que esta
vez llevaba un suéter azul con mangas negras. Me mantuve próximo pero no tan
cerca de él y los demás enmascarados, para tener en mí la sensación de que no
estaba solo. La marcha se desarrolló con una extraña calma hasta que ya casi
finalizando, salieron oficiales del servicio de inteligencia a disparar por
todos lados, a capturar gente y a convertir todo aquello en un verdadero caos sangriento.
Yo me metí por debajo de varios carros para poder escapar, pero algunos no
tuvieron tanta suerte y fueron asesinados…
Después
de todo aquello vino lo que se conoció como una época de “guarimbas” donde
muchísimas personas en el país trancaban sus calles para paralizarlo. Yo
participé en muchas de ellas, era increíble el modo en cómo había perdido el
miedo, pero lo hice y estaba medianamente feliz. Tiempo después, las guarimbas
se apagaron y nació algo llamado “los campamentos” donde se tomaban las calles
del país con carpas, la idea medianamente me gustó y a no hacer nada, prefería
estar allí. Llegué con intenciones a incorporarme en unos que estaban en la
Plaza Sadel, tenía algo de nervios porque, no querían que pensarán que yo era
un infiltrado o algo así por llegar solo y de la nada.
Cuando
le dije a uno de los muchachos que estaban allí que quería unirme y tenía mi
propia carpa, varios se empezaron a llamar entre sí y yo me ponía cada vez más,
más nervioso, sin embargo, apareció alguien quien me marcaría y se convertiría
en el futuro en uno de mis mejores amigos, él me dio la bienvenida y me hizo
sentirme cómodo y dentro de una familia, a pesar de que su verdadero nombre era
Ronny Navarro, muchos le llamaban “guerrilla” y fue así como yo lo empecé a
llamar también, era el 20 de abril de 2014 a las 9:30 am cuando sucedió todo
esto y me incorporé a los campamentos.
Así
conviví con mucha gente que no conocía del todo, pero que les empezaba a llamar
“hermanos”, de vez en cuando íbamos a trancar una calle, todos los días
rezábamos y tratábamos de hacer cosas productivas, “guerrilla” siempre estuvo
allí para cuidar de que todo marchará bien, era un buen amigo y un buen
hermano. Así pasaron los días hasta el fatídico 5 de mayo, el día donde me
encuentro, este día del que no he salido y quisiera salir ya porque siento que
me ahoga. Eran las 3:00 am cuando teníamos a motos que parecían dragones
roncando sobre nosotros, tiros al aire, insultos por todos lados, esto ha sido
el apocalipsis, 5 minutos después todos estamos arrodillados y yo no hago más
que pensar en Paula. 3:05 am: un oficial me ata las manos hacia atrás, me
arrodilla y aplasta mi cabeza con su bota, siente placer al restregar mi cara
contra el pavimento, yo me siento frustrado, él burlescamente me pregunta: ¿A
ver guarimbero, por qué haces esto?
Yo solo le respondí: Por amor…
Por: @TheRed_Shadow
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sentí que me decía que su ojo izquierdo se llamaba valor, el derecho rebeldía, su boca libertad, sus cejas picardía, su bigote elegancia, sus mejillas amor, su barbilla justicia, y en su frente latía una idea
ResponderEliminarBuenísimo ...
ResponderEliminarx amor seguiste el camino d tu verdad ha sido duro,pero
ResponderEliminarabriste una puerta solo con tu sentir para vivir la ilusión de q con tu lucha harías lo mas bonito de la vida : dar lo mejor de ti