miércoles, 18 de marzo de 2015

CRÓNICAS ANÓNIMAS: EL DE LA MÁSCARA SONRIENTE



Jugaba con mis hermosos cabellos rubios y lisos, a la vez que caminaba por las calles de Plaza Venezuela, generalmente no solía frecuentar esas zonas, ni muchos menos solía ir caminando, mis padres siempre me asignaban un chofer con dos guarda espaldas para ir a cualquier sitio, pero hoy no… Hoy me escapé, hoy decidí ser rebelde, ya no soportaba escuchar a mis padres discutiendo por cualquier cosa, y lo peor del caso es que siempre era por dinero, no lo entendía, si realmente teníamos tanto ¿por qué pelear? Mis padres trabajaban para el gobierno en muy buenos cargos, vivíamos bien y lo teníamos todo.

Aún podía escuchar los gritos de mi padre “¡Laura cállate, no interfieras, tú no sabes nada!” seguidos por los de mi madre “Vete de aquí, no sabes de que estamos hablando”, y como me ordenaron irme, me fui, luego que no se quejen. Mis pensamientos fueron interrumpidos un momento por mi reflejo en los cristales de un local, era imposible para mí no ver cuán hermosa era, y sumado a mis 1, 68 de altura me acompañaba un rostro angelical con ojos azules, mi piel blanca, suave y tersa, y por supuesto, estaba muy bien proporcionada, razón por la cual no había hombre que se me pudiera resistir.

Mientras caminaba veía las calles muy sucias y las personas parecían no tener educación, no sé mucho de política, pero mis padres siempre me han dicho que todo esto es culpa de una oposición fascista y corrupta, y como no sé nada, yo le creo a mis padres, y hasta odio le tengo a todas esas personas, este podría ser un país más bonito pero ellos lo tienen arruinado, luego uno tiene que irse a otros países, porque no hay nada rescatable en este, ¡Que gente tan enferma! Pensar en eso, sumado a pensar en mis padres, hace que me hierva la sangre en esta calurosa tarde de abril, se acabará mi belleza y terminaré derritiéndome de tanto fuego ¡Dios! Y por si fuera poco había gente que estaba acampando en las calles, reuniendo un ejército de jóvenes perdidos en drogas, para salir a hacer aún más caos, no sé porque de verdad la ley no los castiga duramente como debería.

Para intentar calmarme saqué mi teléfono móvil de última tecnología, me coloqué los audífonos y puse al azar alguna canción de Beyonce, esa mujer tiene algo que me llena de muy buena vibra, su estilo es único, sencillamente quisiera ser como ella, tener tantos fans que te adoren así como yo la adoro, debería ser lo máximo. Siempre me gustó mucho la música, en especial, la música pop, tenía algo muy fuerte que me envolvía y siempre terminaba queriendo más, por lo que generalmente todos los días, casi todo el día, escuchaba música.

Cuando más me estaba centrando en cantar la canción, sentí unas repentinas y bruscas manos que me lanzaron y tumbaron por completo, cayendo de espaldas contra un kiosco, sentí aún más bruscamente el frío de una navaja amenazando con cortarme el cuello. No sabía que estaba pasando, todo estaba sucediendo tan rápido, e igual de rápido escuché que debía montarme en la camioneta sin poner resistencia, ni siquiera sabía qué camioneta, estaba tan asustada, quería llorar pero sentía que las lágrimas se estancaban en algún lugar de mis ojos y no podían salir. Sólo pude ver una camiseta roja que cubría unos brazos morenos, muy flacos y llenos de cicatrices. Estaba desesperada porque alguien me ayudara pero todo el mundo veía como me arrastraban, y nadie hacía nada, a nadie le importaba lo que pudiera pasarme, pensé que ese iba a ser mi final, nunca pasó por mi mente que así iba a ser, tan triste, tan vacío, aún quería hacer muchas cosas en mi vida y sólo me preguntaba el por qué.

Las lágrimas en algún punto comenzaron a salir desbordadamente cuando empecé a gritar, no podía ver nada, todo era muy borroso, quería hacerme una mosca muy pequeña y escapar de allí volando. Cuando estaba a punto de ser metida salvajemente a la camioneta negra, escuché a alguien corriendo muy rápido hacía mí y con una voz preocupada grito “suéltenla, suéltenla ya”. Quién me sostenía me arrojó al suelo con violencia, y se abalanzó con el puñal contra aquel sujeto que vino a rescatarme, mi cabello y mis ojos llorosos no me dejaron ver muy bien quién me estaba ayudando, sólo pude detallar en él, un cabello largo de color negro, una camiseta de igual color y brazos morenos pero no tan morenos como los de mi agresor, y también tenía cicatrices en ellos, sólo que sus cicatrices parecían ser más amables, no eran tan amenazantes.

Cada vez más el corazón parecía salirse de mi pecho, no sabía que iba a pasar y tenía mucho miedo, estaba llorando y suplicando ayuda. Cuando alcé nuevamente la mirada, el sujeto de camiseta negra había tomado del brazo a mi agresor y se lo dobló de tal manera que éste, tuvo que soltar el puñal y mi rescatista aprovechó el momento y empezó a darle una ráfaga de puñetazos por todos lados. Había otro sujeto en el asiento del chofer de la camioneta negra, vi como sacó una pistola de la guantera, no supe cómo actuar, lo único que pude hacer fue gritar ¡CUIDADO, CUIDADO!

Al momento que estaban apuntando a mi defensor con la pistola, aparecieron mis dos guarda espaldas con sus armas en las manos apuntando a quién estaba en el asiento del chofer, rápidamente se escondió, encendió la camioneta, mi agresor principal tomó fuerzas y se metió en la parte trasera pasando por encima de mí, que aún me encontraba en el suelo, allí me dejaron tirada, arrancaron bruscamente y se fueron.

Estaba llorando, ahora del alivio, de la felicidad, estaba llorando inmensamente ¡Por Dios estaba tan asustada! Mis guarda espaldas se aproximaban más y erróneamente le soltaron un tiro cerca del brazo a mi defensor, en ese instante observé que algo que llevaba en su mano, se le cayó al suelo, era algo blanco… lo analicé mejor y vi que era una máscara, tenía unas cejas muy largas y una sonrisa con un bigote algo macabro, me dio miedo pero me atrajo al mismo tiempo. Aquel que me había defendido salió corriendo tan rápido como un tigre, mis guarda espaldas se disponían a perseguirlo, pero les grité como pude “No lo hagan, no lo hagan, él me ayudó, él me ayudó”. Ellos me recogieron y me llevaron a casa,  mis padres estaban muy preocupados, sin embargo, cuando llegué empezaron a pelear nuevamente, echándose la culpa el uno al otro. Subí a mi habitación sin querer más, me lancé en mis sabanas de seda, y allí me quede llorando hasta haberme dormido.

Pasaron unos cuantos días desde aquel incidente, por supuesto decidí quedarme con la máscara, la colgué en la puerta de mi habitación y constantemente la miraba, había algo en ella que me causaba rechazo, pero que al mismo tiempo me atraía inevitablemente a seguir mirándola, era como si significara algo, cómo si ella me estuviese hablando sin palabras, pero no podía entender el qué me quería decir, era como si hubiese algo místico en su sonrisa, algo mágico, algo que no lo tenía ningún otro objeto, pero…¿cómo podría un pedazo de plástico significar tanto? Lo peor del caso es que ni siquiera tenía ni la más mínima idea de qué significaba, pero por algo la llevaba aquel muchacho, algo había visto él en ella como para llevarla y de él, no me quedaron palabras sólo esa máscara, y quizá si podía descifrar qué era esa máscara, podría descifrar quién era él.

En aquellos momentos de reflexión, sentía que algo en mí se movía, queriéndolo o no, se movía, y no podía determinar en qué estaba interesada… si en la máscara. o en aquel muchacho, quizá en ninguno de los dos… o quizá en ambos. ¡NO SABÍA! Por primera vez en mi vida me sentía tan confundida, y lo peor era que no sabía ni el porqué. Decidí olvidarme de todo eso por unos momentos y me dispuse a ir a casa de unas amigas en la zona de Altamira para pasar la tarde. Eran alrededor de las de las 5.00 pm del 10 de Abril, mi chofer estaba pasando por una de las esquinas de la Plaza Francia en aquel sector.

Me enojé enormemente cuando vi a unos encapuchados empezando a generar disturbios, ¿qué no se cansaban esos fascistas de hacer de las suyas? ¿Por qué no dejaban en paz a las personas? Y cuando estaba volteando el rostro para decirle a mi chofer que se alejará, lo vi… Vi los brazos y la misma camiseta negra de aquel muchacho que me ayudó en mi tragedia, lo vi con la misma máscara que tenía yo colgada en la puerta de mi cuarto, y entonces cuando lo miré fijamente, él me miro, se me quedo mirando con esos ojos profundos que no sabía que tenía, con unos ojos tiernos llenos de dolor, con ojos llenos de tristeza y también de amor, se me quedo mirando fijamente y yo sentí que algo en mí se quebraba, y fue entonces cuando lo entendí todo, en ese momento quise poner mis ojos detrás de aquella máscara, entendí todo lo que sucedía, no lo comprendía pero de algún modo lo entendía, sabía ya lo que no sabía, pero a la vez seguía sin saberlo, pero lo hice, sí pude, lo vi y él me vio, no sabía lo que estaba pasando pero lo había entendido todo… 

                                                                                                                 Por: @TheRed_Shadow



7 comentarios:

  1. Solo Quien lo vivio lo sabe, Gracias

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  2. Qué relato tan hermoso, pero tan real, cuántas chicas y cuántos guerreros hay en esta lucha, que han dejado el amor de lado para librar una lucha por amor a la patria.

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  3. simplemente hermoso... bravo por ustedes son unos heroes

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  4. Que esplendido relato cuanto sacrificio y amor por parte del guerrero hacia nuestro país presto a defender todo lo malo, y cuanta gente en nuestro entorno que no se dan cuenta de lo que se vive día a día sumergidos en un mundo paralelo por que lo tienen todo..., gracias me encanta lo que escribes saludos hermano Red Shadow

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  5. Definitivamente, los buenos somos más! Muchachos jóvenes valientes, guerreros luchando por una sociedad justa y libre. Sigamos en la lucha, que no decaiga la sed de justicia, igualdad y libertad. Bravo jóvenes! Héroes anónimos que nos animan a ser cada día mejores! Mis respetos y admiración...!

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  6. Excelente, me tuvo conectada de principio a fin¡

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  7. Me llevó a los disturbios del 2014. Que rico!
    Gracias...

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