Jugaba con
mis hermosos cabellos rubios y lisos, a la vez que caminaba por las calles de
Plaza Venezuela, generalmente no solía frecuentar esas zonas, ni muchos menos
solía ir caminando, mis padres siempre me asignaban un chofer con dos guarda
espaldas para ir a cualquier sitio, pero hoy no… Hoy me escapé, hoy decidí ser
rebelde, ya no soportaba escuchar a mis padres discutiendo por cualquier cosa, y
lo peor del caso es que siempre era por dinero, no lo entendía, si realmente
teníamos tanto ¿por qué pelear? Mis padres trabajaban para el gobierno en muy
buenos cargos, vivíamos bien y lo teníamos todo.
Aún podía
escuchar los gritos de mi padre “¡Laura cállate, no interfieras, tú no sabes
nada!” seguidos por los de mi madre “Vete de aquí, no sabes de que estamos
hablando”, y como me ordenaron irme, me fui, luego que no se quejen. Mis
pensamientos fueron interrumpidos un momento por mi reflejo en los cristales de
un local, era imposible para mí no ver cuán hermosa era, y sumado a mis 1, 68
de altura me acompañaba un rostro angelical con ojos azules, mi piel blanca,
suave y tersa, y por supuesto, estaba muy bien proporcionada, razón por la cual
no había hombre que se me pudiera resistir.
Mientras
caminaba veía las calles muy sucias y las personas parecían no tener educación,
no sé mucho de política, pero mis padres siempre me han dicho que todo esto es
culpa de una oposición fascista y corrupta, y como no sé nada, yo le creo a mis
padres, y hasta odio le tengo a todas esas personas, este podría ser un país
más bonito pero ellos lo tienen arruinado, luego uno tiene que irse a otros
países, porque no hay nada rescatable en este, ¡Que gente tan enferma! Pensar
en eso, sumado a pensar en mis padres, hace que me hierva la sangre en esta
calurosa tarde de abril, se acabará mi belleza y terminaré derritiéndome de
tanto fuego ¡Dios! Y por si fuera poco había gente que estaba acampando en las
calles, reuniendo un ejército de jóvenes perdidos en drogas, para salir a hacer
aún más caos, no sé porque de verdad la ley no los castiga duramente como
debería.
Para
intentar calmarme saqué mi teléfono móvil de última tecnología, me coloqué los
audífonos y puse al azar alguna canción de Beyonce, esa mujer tiene algo que me
llena de muy buena vibra, su estilo es único, sencillamente quisiera ser como
ella, tener tantos fans que te adoren así como yo la adoro, debería ser lo
máximo. Siempre me gustó mucho la música, en especial, la música pop, tenía
algo muy fuerte que me envolvía y siempre terminaba queriendo más, por lo que
generalmente todos los días, casi todo el día, escuchaba música.
Cuando más
me estaba centrando en cantar la canción, sentí unas repentinas y bruscas manos
que me lanzaron y tumbaron por completo, cayendo de espaldas contra un kiosco, sentí
aún más bruscamente el frío de una navaja amenazando con cortarme el cuello. No
sabía que estaba pasando, todo estaba sucediendo tan rápido, e igual de rápido
escuché que debía montarme en la camioneta sin poner resistencia, ni siquiera
sabía qué camioneta, estaba tan asustada, quería llorar pero sentía que las lágrimas
se estancaban en algún lugar de mis ojos y no podían salir. Sólo pude ver una
camiseta roja que cubría unos brazos morenos, muy flacos y llenos de
cicatrices. Estaba desesperada porque alguien me ayudara pero todo el mundo
veía como me arrastraban, y nadie hacía nada, a nadie le importaba lo que
pudiera pasarme, pensé que ese iba a ser mi final, nunca pasó por mi mente que
así iba a ser, tan triste, tan vacío, aún quería hacer muchas cosas en mi vida
y sólo me preguntaba el por qué.
Las lágrimas
en algún punto comenzaron a salir desbordadamente cuando empecé a gritar, no
podía ver nada, todo era muy borroso, quería hacerme una mosca muy pequeña y
escapar de allí volando. Cuando estaba a punto de ser metida salvajemente a la
camioneta negra, escuché a alguien corriendo muy rápido hacía mí y con una voz preocupada
grito “suéltenla, suéltenla ya”. Quién me sostenía me arrojó al suelo con
violencia, y se abalanzó con el puñal contra aquel sujeto que vino a
rescatarme, mi cabello y mis ojos llorosos no me dejaron ver muy bien quién me
estaba ayudando, sólo pude detallar en él, un cabello largo de color negro, una
camiseta de igual color y brazos morenos pero no tan morenos como los de mi
agresor, y también tenía cicatrices en ellos, sólo que sus cicatrices parecían
ser más amables, no eran tan amenazantes.
Cada vez más
el corazón parecía salirse de mi pecho, no sabía que iba a pasar y tenía mucho
miedo, estaba llorando y suplicando ayuda. Cuando alcé nuevamente la mirada, el
sujeto de camiseta negra había tomado del brazo a mi agresor y se lo dobló de
tal manera que éste, tuvo que soltar el puñal y mi rescatista aprovechó el
momento y empezó a darle una ráfaga de puñetazos por todos lados. Había otro
sujeto en el asiento del chofer de la camioneta negra, vi como sacó una pistola
de la guantera, no supe cómo actuar, lo único que pude hacer fue gritar
¡CUIDADO, CUIDADO!
Al momento
que estaban apuntando a mi defensor con la pistola, aparecieron mis dos guarda
espaldas con sus armas en las manos apuntando a quién estaba en el asiento del
chofer, rápidamente se escondió, encendió la camioneta, mi agresor principal
tomó fuerzas y se metió en la parte trasera pasando por encima de mí, que aún
me encontraba en el suelo, allí me dejaron tirada, arrancaron bruscamente y se
fueron.
Estaba
llorando, ahora del alivio, de la felicidad, estaba llorando inmensamente ¡Por
Dios estaba tan asustada! Mis guarda espaldas se aproximaban más y erróneamente
le soltaron un tiro cerca del brazo a mi defensor, en ese instante observé que
algo que llevaba en su mano, se le cayó al suelo, era algo blanco… lo analicé
mejor y vi que era una máscara, tenía unas cejas muy largas y una sonrisa con
un bigote algo macabro, me dio miedo pero me atrajo al mismo tiempo. Aquel que
me había defendido salió corriendo tan rápido como un tigre, mis guarda
espaldas se disponían a perseguirlo, pero les grité como pude “No lo hagan, no
lo hagan, él me ayudó, él me ayudó”. Ellos me recogieron y me llevaron a
casa, mis padres estaban muy
preocupados, sin embargo, cuando llegué empezaron a pelear nuevamente,
echándose la culpa el uno al otro. Subí a mi habitación sin querer más, me
lancé en mis sabanas de seda, y allí me quede llorando hasta haberme dormido.
Pasaron unos
cuantos días desde aquel incidente, por supuesto decidí quedarme con la
máscara, la colgué en la puerta de mi habitación y constantemente la miraba,
había algo en ella que me causaba rechazo, pero que al mismo tiempo me atraía
inevitablemente a seguir mirándola, era como si significara algo, cómo si ella
me estuviese hablando sin palabras, pero no podía entender el qué me quería
decir, era como si hubiese algo místico en su sonrisa, algo mágico, algo que no
lo tenía ningún otro objeto, pero…¿cómo podría un pedazo de plástico significar
tanto? Lo peor del caso es que ni siquiera tenía ni la más mínima idea de qué
significaba, pero por algo la llevaba aquel muchacho, algo había visto él en
ella como para llevarla y de él, no me quedaron palabras sólo esa máscara, y
quizá si podía descifrar qué era esa máscara, podría descifrar quién era él.
En aquellos
momentos de reflexión, sentía que algo en mí se movía, queriéndolo o no, se
movía, y no podía determinar en qué estaba interesada… si en la máscara. o en
aquel muchacho, quizá en ninguno de los dos… o quizá en ambos. ¡NO SABÍA! Por
primera vez en mi vida me sentía tan confundida, y lo peor era que no sabía ni
el porqué. Decidí olvidarme de todo eso por unos momentos y me dispuse a ir a
casa de unas amigas en la zona de Altamira para pasar la tarde. Eran alrededor de
las de las 5.00 pm del 10 de Abril, mi chofer estaba pasando por una de las
esquinas de la Plaza Francia en aquel sector.
Me enojé enormemente cuando vi a unos
encapuchados empezando a generar disturbios, ¿qué no se cansaban esos fascistas
de hacer de las suyas? ¿Por qué no dejaban en paz a las personas? Y cuando
estaba volteando el rostro para decirle a mi chofer que se alejará, lo vi… Vi
los brazos y la misma camiseta negra de aquel muchacho que me ayudó en mi
tragedia, lo vi con la misma máscara que tenía yo colgada en la puerta de mi
cuarto, y entonces cuando lo miré fijamente, él me miro, se me quedo mirando
con esos ojos profundos que no sabía que tenía, con unos ojos tiernos llenos de
dolor, con ojos llenos de tristeza y también de amor, se me quedo mirando
fijamente y yo sentí que algo en mí se quebraba, y fue entonces cuando lo
entendí todo, en ese momento quise poner mis ojos detrás de aquella máscara,
entendí todo lo que sucedía, no lo comprendía pero de algún modo lo entendía,
sabía ya lo que no sabía, pero a la vez seguía sin saberlo, pero lo hice, sí
pude, lo vi y él me vio, no sabía lo que estaba pasando pero lo había entendido
todo…
Por: @TheRed_Shadow
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Solo Quien lo vivio lo sabe, Gracias
ResponderEliminarQué relato tan hermoso, pero tan real, cuántas chicas y cuántos guerreros hay en esta lucha, que han dejado el amor de lado para librar una lucha por amor a la patria.
ResponderEliminarsimplemente hermoso... bravo por ustedes son unos heroes
ResponderEliminarQue esplendido relato cuanto sacrificio y amor por parte del guerrero hacia nuestro país presto a defender todo lo malo, y cuanta gente en nuestro entorno que no se dan cuenta de lo que se vive día a día sumergidos en un mundo paralelo por que lo tienen todo..., gracias me encanta lo que escribes saludos hermano Red Shadow
ResponderEliminarDefinitivamente, los buenos somos más! Muchachos jóvenes valientes, guerreros luchando por una sociedad justa y libre. Sigamos en la lucha, que no decaiga la sed de justicia, igualdad y libertad. Bravo jóvenes! Héroes anónimos que nos animan a ser cada día mejores! Mis respetos y admiración...!
ResponderEliminarExcelente, me tuvo conectada de principio a fin¡
ResponderEliminarMe llevó a los disturbios del 2014. Que rico!
ResponderEliminarGracias...