Hay un fantasma que me persigue.
Las memorias que fueron apuñaladas.
Escucho el silencio bañado en ausencias.
Mis venas transportan olvido al corazón.
Te di lo que no puedo recuperar: tiempo.
En el tiempo vivieron mis sonrisas y mis lágrimas.
En el tiempo vivieron tus besos y mis versos.
En el tiempo fue todo cuanto fui.
Te lo di todo. Te di mi tiempo.
¿Me devolverás acaso todo lo que cupo en él?
¿Me devolverás mis sonrisas y tus besos?
¿Me devolverás mi energía, mi esperanza y mi fe?
Lo que tengo ahora.
Lo que me diste fue:
Traición sazonada con indiferencia.
Lo que sé ahora.
Lo que demostraste fue:
Que un "para siempre" es un "hasta nunca".
Lo que pasa ahora.
Lo que sentí fue:
Que perdí... perdí.
Has hecho que hasta el aire me asfixie.
Me ahorca y me amenaza con dejarme vivir.
Quizá solo me necesite a mí.
Pero hasta a mí me perdí.
Me perdí en el tiempo que te dí.
Envejecí brevemente contigo.
Tú luego decidiste envejecer con alguien más.
Porque a la juventud nunca vamos, sino que de ella partimos.
Siento que dañaste a cada yo en cada línea de tiempo.
Mi dolor siempre me acompañó, pero ahora entiendo la razón. Te dí lo que no debí:
Tiempo.
Parece una palabra insignificante, pero cuando se pierde, se agoniza.
Y yo perdí todo.
¿Mereceré más tiempo?
Si lo tengo, se lo daré a este papel.
A este lápiz sin borrador.
A la mesa que los sostiene.
Los únicos amigos que escuchan.
Porque la verdad es:
Que nadie entiende la lágrima ajena.