Eran
las nueve de la noche, una chica latina venía caminando con un saco largo y
negro por uno de los callejones más fríos de Nueva York. A la vez que la
neblina se ocultaba tras su saco, ella se quitaba con su dedo pulgar derecho,
una sustancia blanca que estaba en aquellos labios que parecían cosa del diablo
por lo hipnotizante que eran. Cuando examinó más de cerca la sustancia blanca
en su dedo se dio cuenta que estaba desapareciendo, fue como si jamás hubiese
existido, ni en sus labios ni en sus dedos.
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Verónica de apellido Rodríguez
medía aproximadamente unos 1.60 metros. Tenía unos ojos negros tan tiernos, tan
de niña, que daban ganas de protegerla, pero al mismo tiempo eran ojos
profundos y peligrosos, como si hubiese mil puertas que abrir detrás de ellos
antes de llegar a su alma. Su boca carnosa hacía que a cualquiera se le subiera
la libido, sus cabellos negros parecían cascadas, como hilos de agua cayendo
eternamente pero sin caer en realidad, y su cuerpo, parecía una sábana virgen y
como todo territorio virgen, esconde misterios y peligros por doquier.
Era una chica venezolana que
se había ido a vivir a los Estados Unidos desde muy joven, siempre tuvo sueños
de grandeza y en Estados Unidos pudo cumplir algunos de ellos. Aunque quizá por
capricho del destino o quizá porque por dentro ella quería aventurarse a cosas
profundas, terminó siendo agente en uno de los servicios más secretos, tan
secretos que solo una pequeña elite del Vaticano sabía que existían. Entre una
cosa y otra Verónica también se convirtió en una actriz porno, en dicho trabajo
también era muy apasionada, y lo mejor de su carrera como actriz porno era que
podía entrar donde sea sin mayor dificultad.
Últimamente en la ciudad de
Nueva York han estado desapareciendo personas de maneras nada convencionales,
las víctimas eran especialmente mujeres jóvenes y hermosas. Ningún organismo de
seguridad ha tenido reportes de las muertes de estas mujeres, ni reportes de
que se estén movilizando nuevas redes de prostitución, por lo que se despertó
cierto interés dentro de “Los servicios secretos del Apocalipsis” y mandaron a Verónica
a investigar, ella por su parte está a punto de entrar en un bar donde cree que
conseguirá todas las respuestas.
– Pase adelante señorita Verónica
– dijo un hombre fornido calvo, blanco y de dos metros de altura – lo bueno de
ser portero en este lugar es que se ven muchas bellezas exquisitas.
–Gracias – contestó la agente
de una manera muy formal - ¿Se encuentra Sabaniel?
–Seguro. Pasa.
El bar estaba como la última
vez que lo vio, espacioso y de columnas góticas adornadas con demonios alados
cuyas cabezas eran como las de un león, luces de discoteca por todos lados, un
clima frío, música electrónica muy agradable y muchas parejas bailando como si
se fuese a acabar el mundo. Verónica se abre paso entre una pequeña multitud a
la vez que observa que le crecen los colmillos a los hombres y mujeres que la
ven pasar. La actriz porno llega hasta una habitación y toca.
– ¿Quién es? – Grita una vez
detrás de la puerta a medida que se escuchan gemidos de mujeres – ¡Estoy
ocupado!
–Quiero hablar contigo
Sabaniel – replicó la agente sin importarle mucho lo que él hacía - ¡Te
necesito ahora!
–Abre la puerta – Exclama
Sabaniel algo estresado – pasa.
Verónica gira la manilla y ve
a Sabaniel un hombre moreno de metro ochenta, cabello largo y ojos azules al
que una rubia y una pelirroja le están chupando el pene. Éste al ver el rostro
de Verónica se excita aún más y aparta su pene de las bocas llenas de saliva de
las chicas y derrama su semen sobre sus rostros. Inmediatamente las levanta y
las echa bruscamente de la habitación. Cierra las puertas y se sienta sobre la
cama.
– ¿Qué quieres aquí en mi bar Verónica?
– Pregunta él con una sonrisa pícara – hoy tengo muchas vaginas que coger y
mucha leche que derramar en ellas.
–Hay muchas mujeres que están
desapareciendo – acusa la gente mirándolo fijamente – y un pajarito me dijo que
tú sabías sobre eso.
– ¿Y si lo supiera porqué te
lo diría?
–Dime qué quieres a cambio.
–Una tentadora oferta.
–Y no tienes tiempo para
pensarla.
–Siempre tan directa. Nunca me
has dejado cogerte, quiero tu vagina. Quiero meter mi pene en tu vagina y
hacerte gritar maldita.
–Bueno…
Verónica se quita el saco que
lleva encima a la vez que se menea sexy, debajo del saco escondía una lencería
blanca que hizo que a Sabaniel se le pusiera duro en un segundo. Ella se
arrodilla hacía donde él está sentado, escupe su pene y empieza a chupárselo.
Escuchar aquellos gloriosos sonidos provenientes de la boca de la cotizada
agente y actriz porno, lo estaba volviendo absolutamente loco. Verónica le mira
sus espeluznantes ojos azules mientras le chupa y acaricia sus bolas.
–Que rico me la chupas.
– ¿Si? ¿Te gusta mi amor?
–Sí, sigue, sí sigue maldita
sigue, ahhh
Ella toma su pene ayudándose
con las manos y se lo chupa más y más rápido, éste grita de placer, luego se
levanta, lo tumba sobre la cama y se lo mete en la vagina, ella se mueve para
adelante y para atrás una y otra vez, al mismo tiempo que a Sabaniel le crecen
los colmillos y sus ojos se ponen rojos. Diez minutos después, se saca el pene,
se lo vuelve a chupar llenándolo todo de saliva y se acuesta con las piernas
abiertas para ser penetrada en posición del “misionero”, a Sabaniel el vampiro
le encanta verla así, bien abierta de piernas, por fin tiene a su trofeo, a la
única chica que nunca pudo coger, ahora ya puede, es real, se la está cogiendo
y duro. Su miembro crece un par de centímetros más y lo introduce en Verónica repetidas
veces cada vez con más fuerza, él se está ahogando entre los gemidos que ella
produce, son gemidos muy exquisitos.
Verónica se siente muy
excitada, pocas veces la han cogido de esta manera, de un momento a otro grita
con desespero y de ella empiezan a chorrear líquidos los cuales el vampiro lame
como si fuese la cosa más dulce, chupa todos sus líquidos con desenfreno, y
cuando vuelve a subir para seguirla penetrando, ésta solo le deja meter la
punta.
–Dime qué está sucediendo –
pregunta firme pero aún excitada - ¡Lo quiero saber ya!
–Luego de que terminemos
muñeca – replica mientras intenta hundir su pene con fuerza – ya casi acabo.
–Ahora mismo o esto termina
aquí.
–Eres una maldita, se trata de
Asmosdeus, un demonio incubo, de los más antiguos, un arcángel lo hirió con una
lanza y está muriendo, para no hacerlo necesita la sangre de mil mujeres con grandes
apetitos sexuales.
–Gracias – contestó con una
brillante sonrisa de niña mala – ahh que rico, métemelo todo, lo necesito.
–Te voy a llenar toda de mi
leche perra sucia.
–Cógeme más duro y lléname de
toda tu sucia leche maldito.
–Ya voy, ya casi...
–Llena mi cuquita y mi boquita
de leche por favor, te lo suplico, anda, lléname de leche, lléname de tu leche
mi amor, cógeme más duro, ahh.
Sabaniel se separa de ella y
la arrodilla, la sutil actriz porno se la chupa con deseo y el vampiro acaba
dentro de su boca. Él se separa y empieza a respirar profundo, ella por su
parte busca un pequeño cuchillo dentro de su saco, éste tenía forma de cruz y
había formado parte de la espada de un arcángel en el pasado. A lo que aquel
vampiro se voltea a hablarle, siente que le atraviesan el corazón con una
estaca metálica, muró a su asesina y solo dijo “Maldi…” antes de desaparecer en
la nada.
La sexy agente secreta y
actriz porno, se empieza a quitar el semen de su boca con el dedo pulgar
derecho, pero este comienza a desaparecer como si nunca hubiese existido, como
si aquella escena de sexo jamás hubiese sucedido. Ella se levanta, se peina sus
cabellos, se pone su caso y dice: “Con que Asmosdeus, ehh…”
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